Propósito.
Carta de Sísifo al hombre moderno
Quizás sepan quién soy, que tengan alguna idea sobre mí y mis actos, así como el castigo que se me impuso por ellos. Mi nombre es Sísifo, fundador de Éfira, actual Corinto.
Hoy hago una pausa para escribirles la verdad oculta tras la historia que me ha condenado y cuyo significado apenas roza la realidad. Con este mensaje deseo hablaros sobre la trampa que me fui construyendo con mentiras, manipulaciones y otros actos egoístas, llenos de bajeza y malicia.
Espero con estas palabras que abráis vuestras mentes, porque los rasgos que las igualan a mí cada día son mas evidentes e irremediablemente os están conduciendo a un castigo similar, a una eterna cotidianidad, de empujar cuesta arriba una pesada roca.
Hijos míos, he tratado eternamente de subir esta roca hasta la cima de la montaña, pero su peso aumenta con el paso del tiempo humano y terrenal, haciendo imposible el poder lograrlo. Al parecer, estamos juntos en esta pena, puesto que estáis siendo atraídos, tal como yo lo fui, de forma irrefrenable a un inframundo similar, enmascarado, encubierto, sí, en ofrecimientos paradisíacos cada día mas poderosos, fantasías hipnóticas, metas absurdas que os separan de la realidad, y también os van separando a los unos de los otros. Todo este frenesí de bajas pasiones a la postre resulta ser la roca que yo empujo, un peso inconsciente que os aleja cada día de vuestro propósito, olvidando en este proceso la esencia de la que estáis hechos, ya que nada de esto nace en vuestra conciencia pura, y por esto estáis destruyéndolo todo.
¿Sois capaces de comprenderlo? La pena que purgáis no es diferente a la mía. ¿A cambio de qué fundé Éfira? Me la jugué con los dioses creyéndome más listo, tratando de burlar el poder de Zeus, Tánatos, Hades y Apolo. Entonces, ¿a cambio de qué habéis fundado vuestros imperios? ¿Con quién creéis que estáis jugando? Jugáis a ser vuestros propios dioses y ya veis, vuestro mundo ha envilecido el camino, y de verdad os advierto, ¡es el mismo juego que jugué y que os llevará a un inframundo del cual ya estáis muy cerca!
Mi propósito no resulta tan solo querer pagar por mis desaciertos, redimir mis actos y obtener la libertad, sino que, con ella, llegue también la vuestra.
¡Escuchad con atención! Ahora os explicaré cómo salir del incierto camino que, al igual que yo, habéis decidido tomar. Nunca he podido empujar la roca hasta la cumbre de la colina y es imperativo llevarla a lo más alto, ya que del otro lado se encuentra el abismo en el cual debe caer y allí se destruirá. Debéis convenceros de que esto será la purga de todos los males que mi historia ha representado y que ahora se refleja en vuestra forma de vivir.
Este vacío que os embargará y cuando se deshaga este peñasco, será el espacio en el cual hagáis de vuestra conciencia algo que no pese ni que os dañe. Será el lugar donde reconstruir un pensamiento equilibrado por la bondad y la buena fe que se aleje de la maldad y el egoísmo.
Comprendan, pues, que el paraíso prometido yace bajo esta capa amarga, ocre, de inconsciencia, por siglos sembrada y cosechada.
Vayamos juntos a la colina para dejar caer en lo profundo del abismo todo el dolor contenido en esta roca del absurdo.
Hagamos las paces con todos los dioses, con todos los seres, con la tierra y el cielo.
Siempre aguardando por vosotros,
Sísifo.
José Oberto